19.1.08

Cuento de menos

-Mirá Male, mira lo que nos compró mamá! -Me gritaba Julius con toda fogosidad desde la puerta que daba al fondo de nuestra casa (nuestro decimotercero hogar).-Malena, mamá se acordó y... mirá trajo los alfajores de Cuba! Cuando fue al Centro -a los gritos aún- dice que los vio en una vitrina en... Flores, creo.-
-Claro, mi hermano traído recién hacía dos prematuros meses, no había probado el azúcar desde que su madre anterior lo había amamantado. Estaba chocho no podía ser paciente y esperar a terminar de cenar para probar el sabor de los alfajores de Cuba.
No me molestaría contarte brevemente la larga vida que tenía el pequeño Julius antes de ser apañado por todas nosotras.
Él nació en Cracovia, una fastuosa cuidad polaca. Se cuenta que él llego al mundo el día veinticinco de diciembre de 1939 pero su madre adoptiva no estaba del todo segura de eso. El hecho es que nació en la peor Navidad cristiana para los polacos. El ejercito del III Reich había entrado hacia unos días en esa cuidad. Julius fue parido y enviado directamente a la Republica Soviética Allí vivió en la ciudad de Stalingrado hasta sus cuatro años. En la republica fue criado por una familia judía de apellido Gomes. Esa familia transitoria e infortunada desde una perspectiva económica, le enseñó todo lo que sabe (buenos modales, el idioma español con su pequeño acento soviético, su contagiosa sonrisa y su nombre). Cuando se avecinaban las tropas de Kroms. Julius se mudó en un barco de exportación de uvas griegas directo para el puerto de Buenos Aires. En Argentina unos marinos lo rifaron con el nombre “judío de ojos claros” a cambio de algunos pesos.
En ese momento Adriana, mi hermana veintiún años mayor, había cobrado lo que ganó en el hipódromo de Palermo (950 pesos). Jus (así lo llamamos cariñosamente mis hermanas) estaba roñoso, enfermo y amoroso a su vez. Y Adriana lo adoptó por la mitad de su premio. Paso a vivir con mis dos hermanas, mi mamá y yo.
Julius, recuerdo que llegó una tarde de sol lúcido, una tarde ideal para un once de noviembre de 1946 en el barrio de Padua. Mi madre se enamoró de él en un instante. Pero estuvo perpleja por varios días con la nueva responsabilidad que trajo Adri. Pero lo tomó con toda la tranquilidad. Y es así como Julius entró en mi vida. Pero es increíble como vive en mi vida hoy.

-Cómo es el sabor?-Decía Jus- A que se parece?-Seguía ansioso. Julius estaba fascinado con el nuevo regalo que trajo mamá. Pero la tarde culminó. Se salteó la cena. Y cuando llegó la hora del postre se avalanchó (respetuosamente) sobre la caja dorada de los alfajores de Cuba. Mamá y Geraldine (la última hermana que me faltó nombrar, y la del medio) lo miraron con sus autoridades. Y el chiquito retrocedió. Fue un momento gracioso y su cara también lo fue.
Cuando por fin probó el sabor de los alfajores de Cuba creo que su mente viajó a otro mundo (yo también, creo). Yo los había probado hacía ya varios años pero se ve que en su momento no los encontré tan gustosos como esa noche.
-Que suerte que Jus los probó- Me decía yo misma, mientras disfrutaba el de dulce de leche con ralladura de coco.
Terminó su alfajor y pareció regresar al planeta tierra. Sus ojitos brillaban y su barriga creció de golpe.
Recuerdo que esa noche tuvo muchas pesadillas. Y que al otro día no sentía tantas de jugar en la plaza, como todas las mañanas. Se sentía realmente mal.
Habían pasado tres días y mamá con Geraldine (la del medio) lo llevaron al hospital. El doctor dijo que era un empacho corriente. Pero yo, conociendo a Julius, sabía que él no tenía un empachito como había dicho el médico del hospital. Yo le advertí a mamá y ella dijo que con una dieta se iba a poner mejor. Pero no.
Julius murió al otro día. Los médicos que vieron el cuerpo dijeron que tenía un cáncer que fue la causa de la muerte de mi hermanito. Nosotras cuatro estuvimos destruidas por meses pero yo (la que mas afinidad tenia con Jus) fui la que mas rápido se recuperó. Pero sabemos todas que Julius tenía el destino marcado que su vida iba a acabar cuando el pequeño polaco pruebe los famosos alfajores de Cuba. Y es así como hasta el mas desgraciado polaco huidor de tropas imperialistas, viajante del océano Atlántico acaba su vida haciendo lo que mas le gusta y lo satisface. Con panza llena, en una moto o ebrio cada ser humano tiene la ventaja de morir por que su destino lo marca.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"acaba su vida haciendo lo que mas le gusta y lo satisface"

Son solo palabras, tan simples pero con un significado muy profundo.
Lo tomo como un objetivo, sin saber cuando será mi muerte. Tal vez me tome por sorpresa, tal vez lo sabre de antemano, entonces solo viviré haciendo lo qe mas me gusta y me satisface hasta qe se me acabe el tiempo, el tiempo qe corre sin pausas, el tiempo qe ahora sé valorar.
Aprendí mucho con tus palabras,te lo agradezco sinceramente.

El egoismo a veces es bueno. :D

Anónimo dijo...

Aii Nene la verdad q tenes un futuro enorme como escritor.. mucha imaginacion.. lei solamente el primero q escribistte recien y ya me sorprendiste..
Me hiciste llorar.. ajaj soy muy sensible .. pero waaaw me hace acordar a la manera de escribir de una escritora Inglesa creo q es por su apellido pero bue..
fue en unas vacaciones cuando lei su libro llamado "el cordon invisible" .. q me re atrapo.. un libro de 380 paginas..

ahora voy a seguir leyendo a ver q otra cosa traes entre manos


te felicito =)