Norte, sur, por acá lejos, por allá cerquita. Entre latitudes incógnitas y kilómetros infinitos, buscando el punto cardinal correcto te busqué, pero habiendo pasado mil quinientas cincuenta y dos veces por al lado tuyo, no te vi. Difícil es saber porque no te ubiqué, ¿porque no tenías ese perfume de aliento a cigarrillo?, ¿tal vez porque no perpetué en mi mente el color de tus ojos? En fin, te vi pero no te miré. No te encontré porque te busqué. Y cuando me canse de buscar la perfección de tu persona, apareciste. Apareciste y te creí un juego nada más. Ese juego sin darme cuenta se tranformo en la condena de quererte mas y mas.
Así encadenando la historia de vos y yo encontré eso que habia dejado de buscar.
Y empecé a escribir, con las letras agobiadas, que sos esa unidad motriz y mortal que hace que mis mañanas sean agradables.